lunes, 30 de noviembre de 2009

Del odio al amor

Seguramente habrás escuchado decir que del amor al odio hay un paso, y así es; lo que amé, lo que fue importante para mi, si no responde en algún momento a mis expectativas, lo crucifico y lo transformo en odio; total, no cuesta esfuerzo odiar; simplemente lo siento; no necesita paciencia ni cuidado. El odio crece solo, crece con el paso de los días más y más.
Todo lo que amé en el otro, cuando dije algo y no tuve respuesta, ahora se convierte en rencor, en odio, y lo quiero ver de rodillas, pidiendo perdón por sus acciones.
Pero, aunque aceptar hacerlo, eso no te bastaría, porque todo ese odio no le llegó. Te llegó a ti, te envenenó la sangre y las palabras y condenó tus buenos momentos.
Y sigues echando la culpa de tus desdicha a quien crees que ha sido el responsable de arruinarte la vida.
Reconoce que tú lo permitiste que te la arruinará. No dejes que ese odio siga dentro de ti, porque tu maldición seguirá cayendo sobre tu vida. Deja tranquilo a quien te daño para que tú te quedes tranquilo.
Deja que el infierno de sentimientos negativos que vive dentro de ti desaparezca, para que pueda quedar sólo un gran remanso que te deje respirar con todo el alma.

Debatirse entre el amor y el odio, entre la alegría y la tristeza, entre la certeza y la apatía es seguir animando el fuego de tu propio infierno.
Amar, muchacho, amar, esa tarea que nos dejó nuestro señor, parece fácil, y sin embargo, ¡cuesta tanto!

AMEN HIJA MIA